En 1066 Doña Mayor fundó en Frómista
un monasterio del que queda hoy sólo una iglesia, la famosísima de San Martín
de Frómista, construida en 1083 y hoy reconocida como una de las cumbres del estilo
románico en España y aún en Europa.
Estilísticamente, San Martín de
Frómista está relacionada con otros monumentos románicos del Camino de Santiago
como la catedral de Jaca, la basílica de San Isidoro de León, y la misma catedral
de Santiago en Compostela. En el siglo XV se elevó una torre sobre su crucero y
se le añadió otra auxiliar de acceso a la anterior adosada a la cabecera.
Durante el siglo XIX las cubiertas abovedadas amenazaron ruina y tras
declararse Monumento Nacional (1894) se efectuaron importantes obras de
restauración y remodelación del templo hasta dejarlo en la forma que ahora lo
conocemos, sólo a mediados del presente siglo hubo que levantar nuevamente las
cubiertas.
Consta de tres naves de medio
punto, cada una con su ábside, y un cimborrio (una especie de cúpula) octagonal
en el crucero. En su exterior se alzan dos torres cilíndricas a ambos lados de
su fachada principal.
A pesar de la sencillez del
edificio, en San Martín, como en toda iglesia románica, destacan los capiteles
de las columnas del interior y los 315 canecillos exteriores que recorren todo
el alero de sus tejados. Éstos son de una perfección y una variedad asombrosas.
La apariencia de un estado perfecto de conservación del edificio se debe a la
amplia y todavía controvertida restauración llevada a cabo en la última década
del siglo pasado, proceso que algunos calificarían más de intervención que de
restauración ya que las obras de 1893 dejaron la iglesia renovada, pero
desprovista de todo rasgo del contenido explícitamente sexual de sus canecillos
tallados. El edificio actual es por eso un reflejo tanto de las sensibilidades
del siglo diecinueve como las de los hombres de la Edad Media.
Natalia.
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