La credencial del Camino de
Santiago, sucesora del documento entregado a los peregrinos durante la Edad
Media y que era utilizado como salvoconducto, es un documento que acredita al
caminante como peregrino y certifica su paso ordenado por las distintas poblaciones
de cualquiera de las rutas jacobeas. Es como una guía del Camino de Santiago en
el que el peregrino va registrando su viaje. Los sellos que el peregrino va
reuniendo a su paso por los albergues, ayuntamientos, parroquias e, incluso,
locales comerciales o bares, y que, al llegar a Santiago, sirven de garantía
para obtener la compostela, el texto oficial que certifica haber realizado el
Camino a aquellos que hayan recorrido, al menos, los últimos 100 kilómetros a
pie o a caballo o los últimos 200 en bicicleta por motivos espirituales.
Tiene dos finalidades prácticas:
la de permitir el alojamiento en los albergues y la de funcionar como
acreditación para solicitar la compostela una vez se llega a Santiago.
Al entregar la credencial, el peregrino o peregrina recibe un documento con orla característica de hojas de roble y vieiras jacobeas en el que se hace constar en latín el nombre del peregrino, y es firmada en la actualidad por el Secretario Capitular de la Iglesia Compostelana.
Se trata de un documento otorgado
por las autoridades eclesiásticas que certifica haber completado al menos 100
kilómetros a pie o a caballo (200 si se hace en bicicleta) del Camino de
Santiago. Se expide en Compostela a todos aquellos peregrinos que, mediante la
credencial del Camino debidamente sellada, demuestren su paso ordenado, por
motivo religioso o espiritual -aunque sea en sentido de búsqueda-, por los
diferentes enclaves de alguna de las rutas jacobeas (serán válidas
cualquiera de ellas). Aquellos que hayan completado el Camino por otros motivos
(lúdicos, deportivos…) podrán solicitar al llegar a Santiago otra certificación
conocida como el certificado del peregrino.
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