La iglesia románica se comenzó a construir en el año 1158;
en la actualidad se conserva gran parte de la antigua planta. Las obras fueron
dirigidas por el Maestro Garçión. En el siglo XVI parte del crucero sufrió una
importante reforma con la ampliación del lado izquierdo para albergar con
holgura el sepulcro de Santo Domingo. El sepulcro es una obra en la que
confluyen varios estilos por ser posiblemente fruto de la unión de piezas de
tres sepulcros diferentes. Románica es la lauda sepulcral en la que se
representa al Santo yacente, gótica es la mesa en la que se narran sus milagros,
y tardogótico es el templete. Éste fue diseñado por Vigarny y realizado por
Juan de Rasines en 1513.
La Iglesia está organizada como una típica iglesia de
peregrinación (modelo existente a lo largo del Camino de Santiago y que tiene
como característica la proliferación de capillas y la existencia de un pasillo
en su cabecera que permite la circulación).
En su interior cabe destacar el retablo mayor, obra del
escultor renacentista Damián Forment, el coro plateresco de Andrés de Nájera y
Guillén de Holanda, el retablo hispano-flamenco del Maestro Belorado y el conjunto
románico formado por la girola, el presbiterio y los exteriores del más puro
estilo románico. Una hornacina conserva el recuerdo del peregino ahorcado
injustamente, y alberga un gallo y una gallina vivos, como los que relata la
tradición que resucitaron para manifestar la inocencia del peregrino
compostelano. El Gallinero, donde se cobijan el gallo y la gallina como
recuerdo del famoso milagro, es de estilo gótico del siglo XV.
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